La evolución del transporte público en Santiago de Chile.
Hasta mediados del siglo XIX Santiago no requirió de un sistema de transporte público ya que todavía era posible recorrer a pie, una ciudad que mantenía un ritmo cansino y premoderno. No obstante, su progresiva expansión demográfica y económica demandó la implementación de una red de transporte capaz de relacionar lo más rápido posible las distintas áreas de la ciudad. Así, en 1857 se inauguró en la Alameda una línea de carros de sangre, el primer medio de transporte público capitalino. En 1896, el creciente desarrollo experimentado por la ciudad motivó a la municipalidad a convocar a una licitación para la adjudicación de un servicio de transporte movido por tracción eléctrica, iniciativa celebrada por toda la comunidad que estaba fastidiada por la mala calidad del sistema de los carros de sangre, las inmundicias que inevitablemente caían en los recorridos y las molestas e insalubres caballerizas que habían en toda la ciudad.
En 1910 comenzaron a funcionar los primeros carros de transporte público a gasolina. Sin embargo, fue en la década siguiente en la que se establecieron sistemas más constantes que permitieron la lenta aparición de nuevos recorridos. En 1922 se puso en marcha un servicio de autobuses entre la Estación Central y la Iglesia de San Francisco, en un trayecto que demoraba tan sólo seis minutos. Por su forma, los usuarios llamaron a los nuevos carros con los pintorescos nombres de taguas” o “góndolas”.
Con el tiempo las calles se hicieron cada vez más estrechas y no pudieron contener la cantidad de vehículos que pasaban por ellas, a lo que se le sumaba la competencia entre los diferentes tipos de carros para ganar las preferencias de los usuarios, provocando más congestión aún. Frente a las nuevas exigencias del transporte urbano se ensanchó la Alameda, lo que implicó la desaparición de dos lugares patrimoniales: el Parque Inglés y el Mercado de las Flores.
En 1947 empezaron a circular por Santiago los primeros “trolleybuses” lo que precipitó la desaparición de los tranvías eléctricos, que dejaron de circular el 21 de febrero de 1959. Pronto y frente a la competencia de los buses a diesel o micros como se les conoce en el país (apócope de microbús), los “trolleys” también desaparecieron. En este escenario, durante la década de 1960 se impuso un transporte colectivo basado en micros, cuyo número alcanzó a 5.400 en 1978 y a 11.500 diez años más tarde.
Junto con la consolidación de las micros como medio de transporte público, en 1965 se fortaleció el proyecto de construir un ferrocarril subterráneo en la capital como parte de un plan para lograr un tránsito más rápido en la ciudad. Luego de varios estudios, el 29 de mayo de 1969, el gobierno encabezado por Eduardo Frei Montalva comenzó la construcción de la Línea 1 del Metro de Santiago en la esquina de la Alameda con Las Rejas. Sin embargo, el público debió esperar hasta el 15 de mayo de 1975 para poder tomar un carro del tren subterráneo y recorrer, en algunos de los seis primeros trenes, las estaciones entre San Pablo y Estación Central.
Hasta la década de los setenta el Estado mantuvo una presencia directa en el transporte de pasajeros urbanos a través de la Empresa de Transportes Colectivos que regulaba los recorridos, las tarifas y los permisos de operación. Sin embargo, no logró otorgar una buena prestación a los usuarios debido a la escasez de recorridos y la mala calidad del servicio.
Acorde con las políticas económicas implementadas durante el gobierno militar, a partir de 1979 se desarrolló una política tendiente a liberar el mercado del transporte urbano incorporando nuevos buses y recorridos que mejoraron la cobertura y disminuyeron los tiempos de espera. Pero el sistema también originó una serie de externalidades en el funcionamiento de la ciudad que han tratado de ser corregidas por diversas iniciativas de gobierno, después de los noventa. En el marco de estos proyectos de mejoramientos, a principios del siglo XXI, el gobierno implementó un nuevo sistema de transporte público que integró el Metro con la locomoción colectiva. El 10 de febrero de 2007 se inauguró así elPlanTransantiago.