Hace cinco años la ciudad de Santiago prometía ser revolucionada con un nuevo sistema de transporte público, el transantiago había entrado en escena. Las micros amarillas debían salir del sistema, pero a poco andar notamos como estás calderas rodantes eran pintadas, enchuladas y vueltas a las calles de la capital, entonces los santiaguinos nos preguntamos, ¿Cuál era el modelo que se promociono con tanto énfasis? Conocían los ingenieros creadores del transantiago el significado del término modelo. “Un modelo es un arquetipo o punto de referencia para imitarlo o reproducirlo, en las acciones morales y en las obras de ingenio, un modelo es un ejemplar que se debe seguir e imitar por su perfección”. De acuerdo a esta definición pareciera que no tenían una idea de los que significa un modelo, entonces no puedo culpar a los creadores considerando su ignorancia, y una vez más nuestra sociedad debe conformarse y pagar las consecuencias de los errores cometidos por las autoridades, que por lo demás nosotros mismos votamos y ponemos en el poder.
Este sistema de transporte ha sido nefasto no sólo para la ciudad de Santiago, sino para Chile, los costos económicos directos en subvención alcanzan los 3.300 millones de dólares, y el valor del pasaje es uno de los más altos del continente. Pero no sólo económicos son estos altos costos, sino también el factor emocional se ha visto afectado por la violencia de esta política pública, la calidad de vida de los usuarios ha sufrido un desmedro importante, el aumento en las horas de viaje, que como promedio son cuatro horas al día que cada santiaguino ocupa para trasladarse, ha generado un sentimiento de insatisfacción, una molestia que se ha canalizado por medio de la violencia, y una preocupante actitud de indolencia y falta de empatía. Esta pésima pública financiada por todos los chilenos y que enriquece a sectores minoritarios de nuestra sociedad está en un punto de crisis peligroso.
El fracaso del transporte de superficie, los buses del transantiago, obliga al metro de la ciudad, el tren subterráneo, a tener que asumir el traslado de millones de pasajeros diariamente, aumentando su capacidad a un máximo al borde del colapso. En las últimas horas hemos sido testigos de dos incidentes que debiéramos considerar como graves; un tren de metro pierde el control, en un patio de pruebas e ingresa a un condominio, en la comuna de San Miguel, y horas más tarde un nuevo tren de la empresa debe ser evacuado producto de una falla que provoca la combustión de una de sus ruedas, mientras cumplía su ruta con miles de pasajeros a bordo. Este nuevo escenario al cual el sistema de metro no nos tenía acostumbrados, debido a la eficiencia del modelo en sus años de historia, nos obliga a reflexionar; es la sobrecarga factor clave en la pérdida de calidad en el servicio de metro de Santiago, la sobre exigencia de los materiales está llevando al límite la seguridad de los pasajeros, muchos dirán que no, que una vez más exagero y que estos son hechos aislados, pero señores recuerdo que lo mismo se dijo cuando criticamos el supuesto modelo de superficie del transantiago, los invito a no esperar que mueran personas, como lo han hecho habitualmente, a ponerse serios y desarrollar e implementar políticas de transporte acordes a un país miembro de la OCDE.